En computación, las pruebas de estrés son un tipo de test de rendimiento que se usa para determinar la estabilidad y fiabilidad de sistemas y aplicaciones. También conocidas como «pruebas de resistencia» o «pruebas de tortura», se recomiendan especialmente en el caso de las infraestructuras y sistemas de misión crítica.
Pruebas de estrés
Los tests de estrés fuerzan las capacidades de hardware y software más allá de las condiciones operativas normales a fin de determinar en qué punto se rompen.
Este tipo de examen de rendimiento ayuda a identificar qué componentes fallan primero para mejorar su robustez y eficiencia. Lo cual permite que el equipo de TI se adelante a posibles problemas y proporcione la mejor experiencia posible a los usuarios finales; incluso si la carga real termina por superar a la estimada.
Mientras las pruebas de estrés de hardware tienen como objetivo determinar la estabilidad y vida útil operativa bajo una carga extrema, las pruebas de estrés de software tienen como objetivo determinar la robustez, disponibilidad y capacidad de gestionar errores bajo condiciones de carga intensas.
Para ello, las pruebas de resistencia se centran en diversos aspectos, como:
- Asegurar que el sistema funciona en condiciones fuera de lo habitual.
- Analizar el comportamiento del sistema tras un fallo y garantizar su recuperación.
- Verificar que los fallos no provoquen problemas de seguridad.
- Garantizar la visualización de los mensajes de error en caso de sobrecarga.
Pruebas de estrés vs. pruebas de carga
Las pruebas de estrés y las pruebas de carga son parecidas y aún así diferentes. Mientras que los tests de estrés se centran en determinar los límites de un sistema sobrecargándolo por encima de su capacidad máxima estimada, los tests de carga se centran en identificar cuellos de botella al enfrentarse a cargas inesperadas para poder minimizar el tiempo de inactividad.
Por un lado, las pruebas de estrés ayudan a determinar el comportamiento del sistema en caso de carga extrema, como puede ser un ataque DDoS, para estar preparado frente al mismo. Es decir, al forzar los sistemas hasta el punto de quiebre, este tipo de prueba de rendimiento tiene como objetivo conocer los límites más que identificar cuellos de botella.
Por otro lado, las pruebas de carga ayudan a determinar si el rendimiento del sistema cumple con los requisitos del usuario y el SLA. Así que, este tipo de test de rendimiento pone el foco en garantizar la disponibilidad y tiempos de respuesta establecidos. Se utilizan, por ejemplo, para garantizar migraciones a la nube sin interrupciones o simular visitas e interacciones en un entorno o sitio web.
¿Por qué es recomendable realizar pruebas de estrés?
Las pruebas de estrés implican la ejecución de una gran e inusual cantidad de procesos para forzar que el sistema se cuelgue. De modo que permite detectar problemas que pueden pasar desapercibidos durante cortos periodos de tiempo. Problemas que pueden ser inofensivos inicialmente, pero que podrían terminar teniendo un grave impacto en el negocio.
Por citar algunos ejemplos, llevar a cabo tests de estrés es aconsejable para:
- Encontrar bugs, bloqueos mutuos o deadlocks, etc.
- Determinar la capacidad máxima de un sistema o infraestructura.
- Determinar puntos de quiebre y límites de uso.
- Determinar causas de fallo.
- Verificar que se cumplen las especificaciones de hardware/software.
- Verificar la fiabilidad y estabilidad para el uso en producción.
- Garantizar la alta disponibilidad en hardware y software de misión crítica.
Asimismo, las pruebas de resistencia contribuyen a detectar, prevenir y solucionar problemas de seguridad —junto con otras prácticas como Pentest, Anti DDoS o escaneo de código—. Esto es especialmente importante teniendo en cuenta que, en la actualidad, los servicios de ciberseguridad están en el centro de la continuidad del negocio.
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